
Hoy fue un día nuevamente laboral. Agitado por ratos, latero por horas. Sin embargo, ocurrieron dos hechos que marcaron la jornada. El primero ocurrió a eso de las 12:30 pm, hora de almuerzo en nuestro país. Entre todas las personas que atendí, un niño todo manchado de pintura, flaco y con voz que galleaba a ratos, se me acerca para realizar su pedido. "LLevo una bebida de litro...ahora me falta el pancito...", lo fue a buscar. Luego de pesarlo, me pide seis torrejas de mortadela lisa, por ende la cecina más barata y cundidora para los que no poseen tanto dinero. "¿Cómo las quieres? ¿Gruesas? ¿Delgadas?", pregunte. "Bien gruesas", me respondío entusiasmado. Yo comencé la faena y trate de darle unas bien contundentes. Él sonrió, luego de ir a cancelar para despues regresar a buscar lo comprado. Yo le entregé todo. Le sonrío. No recuerdo que le dije, pero él me dice con muchas ganas:"Hoy día si que va a estar rico el almuerzo", a lo que yo le replico que me repitiera lo dicho, y me dice "Todos los días comemos lo mismo, pero hoy día si que va a estar rico porque con la mortadela que me dío, vamos a quedar recontentos". Eso fue lapidario para mí. Guarde silencio por un buen rato, y le dije que le fuera bien, que gozara su comida. A lo que él respondío con un "mañana vuelvo por el mismo pedido ¿ya?".
En fin, por ahi dicen que la vida debe continuar, pero igual me la voy a jugar por darle un poquito más a ese niño, no sé como, pero me la juego. Cambiando el tema, el otro suceso fue de ribetes medios bizarrescos. Ayer les hablé de una pareja freak que venía a comprar bebidas chicas. Como todos los días ellos cumplieron con su ritual, salvo que hoy pidieron más cosas. En el momento en que pesaba su pan y su queso, uno de ellos, el varón, quien siempre viste como una especie de mormón repetitivo, con su pantalón de tela color beige, cinturon arriba de la cintura, camisa bien abrochada a pesar del calor, lentes y un monedero colgando del cuello. Él, mientras yo le cortaba el queso, de la nada comenzó a decirme lo siguiente: "Nosotros los humanos, los primitivos, eramos nómades y estos secuestraron unos lobos y estos se transformaron en perros". Sinceramente, amigos míos, nunca espere algo así. Quizá algún comentario del clima, sobre politica, una molestia, pero nunca una nueva teoría sobre la evolución, y no del hombre, sino de los perros. Luego de esto de mi cara no se pudo borrar la sonrisa que quería brotar como fuera delatándome con una carcajada, pero no vacilé y continúe imperturbable, hasta el momento en que segundos más tarde mientras destapaba sus respectivas bebidas chicas, el freak arremete de nuevo, ahora con la continuación de su extraña, pero notable teoría: "Algunos todavía parecen lobos, como los pastores alemanes y los siberianos, pero no sé que les pasó a los otros", y se retiró con una sonrisa enfermiza en su rostro. Yo me quedé quieto, esperando que desapareciera por un rato para poder reír tranquilo y escribir en unos cartoncitos que son para anotar los precios de lo vendido esto que ahora les relato. Esto, a pesar de ser un trabajo cansador, me da material para relatar hechos. Un festín al fin y al cabo.
Cambio y fuera.